Te voy a hacer un resumen del artículo y después te daré mi opinión al respecto, espero que lo encontres tan interesante como yo.
Para introducirte un poco en esto diré que la revolución verde en los países latinoamericanos fue un fenómeno clave , pues los profundos cambios producidos en los sectores agropecuarios de la región han constituido hasta el día de hoy un foco fundamental de dependencia económica y degradación ambiental debido a la utilización masiva de tecnologías modernas que es sustentado por cinco pilares básicos: la mecanización, el regadío, los fertilizantes químicos, los plaguicidas y la bioingeniería genética.
A partir de ese momento la agricultura comienza a ser semejante a la gran industria capitalista debido a la producción y trabajo, hecho que no solo provoca la esquilmación de la tierra, sino también la del trabajador agrícola.
Dicho esto, la revolución verde supone que una agricultura tradicional, apoyada en la biodiversidad, deja paso a una agricultura moderna que produce mercancías y debe adquirir los medios de producción del mercado, es decir, se ajusta al típico esquema Mercancía-Dinero-Mercancía.
Con esto las explotaciones agrarias fueron perdiendo poco a poco la autosuficiencia para la producción de alimentos, abonos e instrumentos de trabajo.
En la actualidad, la nueva revolución verde es representada por el avance de los cultivos transgénicos patrocinados de cierta forma por las grandes corporaciones transnacionales biotecnológicas y químicas, esto supone una sustitución de la agricultura por la industria.
En 1999 en Cartagena de Indias (Colombia) se celebró una cumbre con los delegados de 170 países entre los que estaban los defensores (países desarrollados) y los detractores (países subdesarrollados) de estas tecnologías.
Los países desarrollados en esta cumbre son Estados Unidos y el grupo Miami constituido por Argentina, Australia, Canadá, Chile y Uruguay que aseguraban que estos alimentos transgénicos no eran perjudiciales para la salud humana y no aceptaban la inclusión de etiquetas identificativas en los productos transgénicos ni la regulación de su tráfico internacional.
Por otro lado, los países en vías de desarrollo, la inmensa mayoría, estaban en contra porque estos productos compiten con su agricultura y empobrecen la diversidad biológica y agraria de sus territorios. Esta cumbre no llegó a ninguna parte.
También hay que decir que todo esto de revolución verde es un mero negocio pues, las corporaciones transnacionales que producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciables en el mercado, obtienen ingresos elevados por la venta de productos químicos y OMG (Organismos modificados genéticamente).
En Estados Unidos el uso de este pesticida en el cultivo de soja transgénica ha provocado el surgimiento de varias especies de malas hierbas resistentes a dicho pesticida.
El nuevo impulso del capitalismo internacional en la agricultura puede acabar con el campo latinoamericano, al mismo tiempo que incrementaría el tradicional deterioro de sus ecosistemas.
Por este motivo en 2008, concretamente el 18 de Abril, entró en vigor en la Unión Europea una normativa que exige que los alimentos que contienen OMG lleven una etiqueta donde se haga mención explícita de su origen y de los componentes que alberguen, siempre que el OMG represente un 0.9% del producto.
Esto es lo que no se consiguió en la cumbre de Cartagena.
Ahora bien, a pesar del impacto ambiental y de la pérdida de diversidad en la agricultura, varios países latinoamericanos están colonizando sus tierras de cultivo transgénico (si no lo han hecho ya), de manera que en poco tiempo se han colocado a la cabeza mundial, tras Estados Unidos con 42.8% millones de hectáreas en 2003, Argentina que en ese año contaba con 13.9 o Brasil con 3 millones de hectáreas.
Esta situación en la que se fomenta este tipo de cultivo provoca el retroceso de cultivos alimentarios a favor de las producciones comerciales como ocurre en varios países latinoamericanos.
Se podría decir entonces que, la agrogenética acentúa los problemas del monocultivo y agrava la clásica dependencia de los países pobres, puesto que los nuevos productos transgénicos precisan ciertos tipos de fertilizantes, pesticidas o formas de cultivo que benefician al complejo agroindustrial y a las firmas biotecnológicas, asociadas ambas en el seno de algunas corporaciones transnacionales.
La revolución verde o el incremento potencial de producción agrícola por llamarlo así, tienen sus ventajas como también sus inconvenientes.
No quiero mirar de una forma tan positiva o tan negativa en cuanto a este tema por eso mismo, todo depende del punto de vista con el que se mire pero sí que puedo decir que personalmente los inconvenientes pesan más que las fantásticas ventajas que se dicen.
En primer lugar, puedo estar de acuerdo en que los cultivos transgénicos pueden mejorar enormemente la productividad y producción de dicho cultivo, que son más resistentes tanto a insectos y herbicidas, como poseer una tolerancia extraordinaria al estrés ambiental.
Antes, cuando se estaba investigando sobre cómo conseguir que esto fuera realidad los pensamientos que se venían a la cabeza era mayormente erradicar el hambre en el mundo, tener productos agrícolas que resistieran enfermedades, a la sequía, a la salinidad o incluso que tuvieran un mayor contenido nutritivo.
Visto así, se podría decir que merece la pena investigar y desarrollar estos productos en potencia, pero una vez logrado, estos productos en potencia, solo son en potencia pero las grandes empresas.
Y un largo etcétera, se han ido para hacerles espacio al dinero.
“la necesidad de acabar con el hambre en los países pobres en un corto periodo de tiempo”, “beneficiar a las comunidades rurales en las que predominaba una agricultura de subsistencia” ,”el fin de acabar con el hambre y la desnutrición del planeta”
A la planta en cuestión, le meten el gen para que sea resistente a un herbicida en concreto, hasta ahí bien, pero también hacen que la planta no de semillas, o estas no sirvan, con lo cual los agricultores ya dependen de las empresas para tener cosecha al año siguiente, con lo cual las empresas venden, hasta por vender, te venden el herbicida más potente del mercado el cual, es fácilmente resistente la planta en cuestión, pero curiosamente es el mismo herbicida que han creado la misma empresa que te vende las semillas.
Todo esto lleva a un circulo vicioso en el que solo uno sale beneficiado y ese son las grandes corporaciones.
Los países más afectados como son los latinoamericanos, se encuentran con millones y millones de hectáreas de un solo cultivo, lo que es más difícil evitar una plaga a la que no sea resistente, teniendo que comprar semillas cada año, pesticidas específicos a los cuales dicho cultivo sea resistente e incluso maquinaria obligatoriamente para esas grandes expansiones de terreno.
También es sabido que la naturaleza es sabia con lo que las “malas hierbas” o los propios insectos se harán resistentes con el paso del tiempo a esos herbicidas e insecticidas, con lo cual tendrán que hacer unos cada vez más potentes y yo me pregunto ¿es necesario hacer el daño ambiental que se está haciendo? Si hubiera policultivo y más diversidad esto no pasaría, o por lo menos el daño sería menos grave.
Bueno, y ahora que todo está puesto en marcha, la producción en los cultivos es brutal y se cosecha millones de kilos ¿qué pasa? Por lo que yo sé, todavía hay hambre en el mundo, si tanto alimento hay ¿por qué entonces pasa esto?
Dicho de un modo sencillo, lo que pasa es que la sociedad se ha convertido en una sociedad consumista y derrochadora.
Cuanto más tienes, más se quiere y un claro ejemplo de esto es Estados Unidos, no voy a entrar a detallar más este punto de vista porque no es el tema, pero aparte de consumir más en alimentos también lo hacemos en productos creados a partir de estos como la ropa con el algodón (aunque este no es comestible), aceites, cremas e incluso etanol con la caña de azúcar o el maíz para hacer que los coches no contaminen, esto me parece bien en cierta parte, pero ¿por qué no lo hacen con los residuos al valorizarlos?, que también producen etanol y así nos quitamos dos problemas de golpe, es decir, gastamos residuos con lo cual es algo bueno al no tenerlos que almacenar y guardamos más alimentos para que pueda por lo menos minimizarse el hambre en países en vía de desarrollo.
En conclusión los productos transgénicos iban con el propósito de hacernos la vida más cómoda, sin preocuparnos por el alimento en cierta manera, sin preocuparnos de las plagas, pero sobre todo, para hacer a la gente rica más rica y a los pobres más pobres ya que dependen de estos para poder subsistir, ya que si de verdad iban con el propósito de eliminar el hambre lo hubieran conseguido sin ninguna duda.
VIVIENDO Y APRENDIENDO
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