Hablando de los nematodos como
bioindicadores se me ha ocurrido seguir escribiendo sobre estos bioindicadores, esta vez en
plantas para darles un poco más de protagonismo, ya que casi todo se lo llevan los animales al ser más
“cucos”.
Para introducirnos un poco diremos que las
plantas crecen y se desarrollan bajo determinados requerimientos ecológicos que condicionan su presencia y extensión geográfica.
Teniendo como ventaja el conocimiento de la
autoecología (estudio de las adaptaciones de las especies individuales a su ambiente y las relaciones que mantienen con él como por ejemplo, la luz, la temperatura, el pH, la humedad…) de dichas plantas,
nos permite cartografiar correctamente su distribución real y potencial, nos permite decidir acerca de su utilidad en la restauración vegetal de un territorio o su posible potencial como bioindicador.
Pero,
¿ qué es un bioindicador del que tanto estamos haciendo mención? un bioindicador es un indicador formado por
una especie o por un grupo de especies (animal o vegetal) que
nos aporta información sobre ciertas características ecológicas del medioambiente, es decir, físico-químicas, micro-climáticas, biológicas y funcionales, o sobre el impacto de ciertas prácticas en el medio.
Se utilizan sobre todo para la evaluación ambiental (seguimiento del estado del medioambiente, o de la eficacia de las medidas compensatorias, o restauradoras).