jueves, 20 de noviembre de 2014

El Fenómeno de "El Niño"

Esta semana os voy a explicar un fenómeno bastante curioso y a la vez tan perjudicial y es que, desde hace más de un sigo los pescadores peruanos llaman “El niño” a una corriente cálida que aparece cada año en las costas de Ecuador y norte de Perú en fechas próximas a Navidad, coincidiendo con la llegada del “niño Jesús”.

Los habitantes de la zona habían aprendido a convivir con este hecho y se pensaba que se trataba de una perturbación local que afectaba únicamente a aquellas costas. Investigaciones posteriores han demostrado que, lejos de tratarse de un fenómeno local, “El niño” está asociado a cambios en todo el Pacífico subtropical.

¿Y esto a que se debe? Os preguntareis

A escala local, la corriente cálida (la temperatura de las aguas se eleva varios grados) que aparece en Navidad en las costas peruanas supone una disminución en nutrientes y, en consecuencia, se produce una escasez de pesca, situación anómala acostumbrada a durar uno o dos meses.

Tradicionalmente los pescadores han aprovechado esta época del año para hacer las necesarias reparaciones en sus barcos y utensilios de pesca. Sin embargo, algunos años se produce un recrudecimiento del fenómeno, con la llegada de aguas anormalmente cálidas y con una duración mayor de lo habitual.





Actualmente, la expresión “El niño” se reserva a episodios intensos, excluyendo el calentamiento anual y bastante suave de las aguas (entre 1 y 2 grados) que periódicamente aparece en la costa.

Para comprender el origen de “El niño” es necesario analizar el sistema de vientos en el Pacífico subtropical. En una situación normal (sin el niño) el sol calienta las regiones ecuatoriales con mayor intensidad que el resto del globo, por lo que el aire tiende a elevarse y a ser reemplazado por aire de latitudes más altas, produciéndose un circulación hacia el norte (a nivel del suelo o del mar) en el hemisferio norte y hacia el sur en el hemisferio sur.


Esquema de circulación general de la atmósfera

El efecto de Coriolis (es una consecuencia del movimiento de rotación terrestre y de su sentido antihorario, de oeste a este) desvía estos flujos hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el sur, resultando en ambos casos un flujo neto de aire hacia el Ecuador y hacia el oeste: estos son los llamados vientos Alisios.


En el océano, estos vientos empujan el agua superficial hacia el oeste, provocando que el nivel del mar en Indonesia y norte de Australia esté más alto que en las costas de Sudamérica.

El desplazamiento de agua superficial en las costas de Perú y Ecuador debe ser compensado con un afloramiento de agua fría de las profundidades.

El agua de las capas más profundas es muy rica en nutrientes para el fitoplancton y favorece el desarrollo de importantes bancos pesqueros, lo que justifica que una proporción importante de la población tenga su sistema de supervivencia basado en la pesca (la mayor flota pesquera del mundo la posee Perú).

En el otro extremo del océano Pacífico, cerca de Indonesia, los vientos Alisios (los que soplan hacia el oeste) convergen con vientos del oeste, provocando el ascenso del aire y desencadenando lluvias torrenciales, muy esperadas por la población agrícola de la zona, ya que permiten anegar sus campos y prepararlos para el cultivo. En altura, el aire se mueve hacia el este y desciende en el Pacífico central y oriental, donde el tiempo es seco.

En una situación típica de “El niño se produce lo que diríamos como una “relajación” de este flujo atmosférico.

Usualmente la presión de la costa americana es superior a la de Indonesia (zonas de alta presión y de baja presión relativas respectivamente), pero cuando esta tendencia se invierte, los vientos Alisios se debilitan cerca de la costa americana, cambiando las características del clima y produciendo lluvias torrenciales en Ecuador y Perú y tiempo seco en Indonesia, es decir, al contrario de lo normal.


Esta anormalidad llega a provocar la aparición de incendios forestales en Indonesia y Australia e inundaciones en Perú. La elevada temperatura del agua de mar en las costas centroamericanas provoca la aparición de huracanes muy intensos que llegan a afectar a lugares tan remotos como Hawai.

Este tipo de fenómenos anómalos están caracterizados por una dinámica temporal poco predecible, pero acostumbran a tener una duración de aproximadamente un año y se repiten, de manera irregular, cada 3-8 años.

Normalmente, los periodos con anomalías térmicas positivas en la costa oeste americana (años de el niño) tienden a alternarse con años anormalmente fríos (vientos Alisios muy intensos que producen un afloramiento que hace asomar un mayor volumen de aguas profundas y frías) que se conocen como años de “La Niña” que, lamentablemente, producen también notables efectos negativos.

La Niña constituye la contrapartida fría a “el niño, es el otro extremo de la oscilación y en ella se producen inundaciones excepcionales en las costas asiáticas  sequías extremas en las costas americanas.


Actualmente se sabe que la energía que se pone en juego en el fenómeno de “el niño” es tan importante que sin duda puede afectar no sólo a las regiones de América e Indonesia, sino a lugares tan alejados con la India, la península Arábiga o el continente Africano. En estas localizaciones, los años en los que aparece “El niño”, se producen sequías intensas y muy duraderas que vienen a agravar la difícil situación de la población de estos países.

Consecuencias ecológicas y económicas.

Como he dicho al comentar como se desarrolla este fenómeno, “el niño” supone un calentamiento excesivo de aguas oceánicas del Pacífico frente a Perú y una disminución del afloramiento de aguas frías y profundas cargadas de nutrientes y oxígeno. 

Al faltar nutrientes, los productores de los ecosistemas acuáticos no proliferan como debieran y esto supone, como sabemos, que el resto de los niveles tróficos tampoco lo hagan.
Puesto que el último de estos eslabones lo ocupan los humanos, pescadores peruanos y ecuatorianos, “el niño” no solo afecta al ecosistema sino también a la economía de estos países que, basan una parte importante de su economía en la pesca.

No acaban aquí las desgracias, ya que un año con este fenómeno intenso supone además, graves inundaciones con el consiguiente gasto económico y social (viviendas e infraestructuras destruidas, epidemias, falta de agua potable, en muchos casos muertos, etc.)
Pero esto es sólo en una zona del mundo, en las costas tropicales del oeste del Pacífico (Indonesia y norte de Australia) nos encontramos con grandes sequías que afectan económicamente a la agricultura y es misma sequedad favorece la aparición de impresionantes incendios forestales.


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